La flauta mágica (backstage)

La hermosa Pamina
vestida de blanco
me abrazó fuerte:
“tendrás que ser paciente,
-susurró en mi oído-
el olvido siempre llega tarde”

Sarcástico Sarastro
sonreía entre sombras:
“sólo la desilusión salvará tu deseo”

“Shhhhhhh -interrumpió la Reina de la Noche
Tamino ya está muerto” acotó
y se retiró satisfecha.

Pamina perdió el control del volante,
casi nos estrellamos contra el muro.

Después aterrizamos junto al río.

En la arena, Papagena desnuda
bailaba al son de la flauta mágica.
Monostatos acosaba a Papageno
que divertido hacía tintinear las campanitas
con el aire de sus voluminosos eructos.

Las tres damas lamían sus pezones
con extremo deleite entre los duendes
que sacaban fotos a sus húmedas vaginas.

Y el orgasmo de Mozart sobrevivió
a su corta pero fructífera existencia.